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domingo, 8 de marzo de 2015

A la Cuna

A la cuna de la media luna del jardín de mis sueños, fueron mis anhelos para dormir. La pluma quedó escondida en el cajón y el borrador de tus desdenes diluía entre sus vaivenes todas las palabras de amor, incluso las no escritas. A la luna y fueron dos, mis anhelos y yo. Para qué pisar más tierra de hombres, si puedo caminar praderas de luz de plata, donde mareas de estrellas en cuya luz viajan los recuerdos del universo entero; me devuelven silentes las emociones del ayer que cadentes forjaron las arrugas de mi frente presente. Ni yo me fui jamás ni tú te hiciste ausente, es tan solo que al beber de la fuente de las aguas del mundo, sucumbimos al sueño profundo y melancólico del amor inconcluso.

El Reverso

Vivo en el reverso de una sonrisa, felicidad adentro, caminado por la cornisa de mis sueños. Hoy es cuanto tengo, y no arriendo ganancias futuras al destino, de cuanto viví no me arrepiento, es la suma de momentos en la pizarra de mi alma quien me da la calma del deber cumplido en donde habito. Azucarillos en el mar, son como sentencias prestadas, palabras tomadas con nocturnidad donde la pluma de humildad del sabio es usada por la codicia del mentecato. A nada me ato, y mi nombre es garabato desdibujado bajo la luz de las estrellas. Si amé no fue pecado, antes bien triunfé aunque me diesen de lado. En el ocaso de los viejos dioses surge la luz de un nuevo hombre enamorado, cumbre de anhelos, valle de desencantos, pintaré de olvido tu rostro cuando me quede a vivir en el color de algún pájaro.