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domingo, 22 de febrero de 2015

La Lluvia de su Pelo


Tal y como el agua caía del cielo, aquella tarde de tormenta, cayó la lluvia de su pelo sobre mi cara en torrentes oceánicos de ondulado terciopelo. Era entonces mi tormento, una vieja herida sin sanar sobre mi pecho. Mis manos extendidas trataban de asir el sueño inalcanzable de su rostro. Dos círculos concéntricos de eternidad azul dejaban escapar el brillo tímido de una lágrima en el borde pupilar del universo. No fue un sueño, hoy lo sé porque siempre he sido dueño de la nada cabalgando caminos de espada y esperanza. Relámpagos homicidas de sombras desvelaron en la alfombra el encuentro de dos almas. Truenos de voz ronca, quebrada como rugidos de mar mordiendo rocas, gritaron que el amor es imposible mientras que yo, impasible, quedé rehén en el vaivén de sus caderas. Cabalgué praderas prohibidas mientras el caballo loco de mi alma saltaba troncos de añoranza. La esperanza se volvió violeta y vestida, mujer fría y coqueta, en esta singular manera, me dijo adiós en el ocaso púrpura del horizonte de mis recuerdos.

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