El río sagrado baña por igual los árboles en la ribera, mas he aquí que la misma agua espiritual hace que el nimba de frutos amargos y el mango dulces. No todo está en la efusión del espíritu Dios sino en la semilla que pusiste en tu propio corazón. Si eres afortunado, el maestro podrá hacer el injerto y convertir tu amargor en dulzura, siempre eso sí, que te dejes cortar la corteza (ego) para insertar la nueva rama
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