Y fui llegado hasta hasta ti, empujado en el desliz del tiempo, tropezando entre las aceras del universo, cruzando del uno al otro lado sobre adoquines de estrellas. Torpe, desarmado, gastado de humanidad.
Y quien como tú para no verme, si yo vengo de cabalgar mi suerte solitaria. Fecundo es el camino verde que hace feliz a mi caballo, y es desmayo para mí en la insolación de los días. Mi vida es una subasta permanente donde en torrente de pujas cotidianas, desposeídos de esperanza me disputan con la muerte.
Y quién como tú para no verme. Tengo la suerte del viento, siempre en movimiento y a la vez en ninguna parte. Soy brisa sobre tu rostro, vendaval que arranca árboles de raíces viejas de pasado. Gastado en el verbo, y cansado de andar soplando, siempre borracho de eternidad.
Y quién como tú para no verme, si llevo guardada una fuente, manantial por donde brotan secretos de todos los tiempos, afluente a contracorriente en dónde Dios puso el barco de papel de mi corazón. Navego a la sin razón del amor...y quién como tú para estar ciego.
Y quien como tú para no verme, si yo vengo de cabalgar mi suerte solitaria. Fecundo es el camino verde que hace feliz a mi caballo, y es desmayo para mí en la insolación de los días. Mi vida es una subasta permanente donde en torrente de pujas cotidianas, desposeídos de esperanza me disputan con la muerte.
Y quién como tú para no verme. Tengo la suerte del viento, siempre en movimiento y a la vez en ninguna parte. Soy brisa sobre tu rostro, vendaval que arranca árboles de raíces viejas de pasado. Gastado en el verbo, y cansado de andar soplando, siempre borracho de eternidad.
Y quién como tú para no verme, si llevo guardada una fuente, manantial por donde brotan secretos de todos los tiempos, afluente a contracorriente en dónde Dios puso el barco de papel de mi corazón. Navego a la sin razón del amor...y quién como tú para estar ciego.
Enviado desde mi smartphone BlackBerry 10.
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