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jueves, 31 de julio de 2014

El Espíritu Partidista


El espíritu partidista termina por reducirlo todo a una discusión demagógica entre bibliotecarios. Al final solo queda un hombre frente a otro sosteniendo un libro y diciendo que el suyo es "único" y la "verdad absoluta". Cuando la absoluta verdad es que ninguno puede demostrar nada sino que depositaron su fe en este o aquél libro, o en esta o en aquella enseñanza. Más allá de eso no hay prueba alguna salvo la que el corazón siente. Y lo primero que debe sentir el corazón es respeto antes que amor. Que felicidad alcanza aquél que se libra de la necesidad de juzgar a nadie y vive feliz conforme a sus emociones y su propia búsqueda interior.


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