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domingo, 13 de mayo de 2012

Cuanta Dulzura

¡Cuanta dulzura cabe entre el pecho y mi armadura!. Ahora que la vejez se asoma indiscreta en las canas de mi frente, las batallas ganadas o pérdidas, ya no importan porque salí siempre triunfador por cumplir con mi deber. Tuve el alto honor de amar y de amar a lo más alto, y en este sobresalto temporal donde la eternidad de mi alma habita, nada me agita ya, ni me mueve el desencanto. Cada golpe que llevo en el pecho, endidura de pasado en mi armadura, es un pétalo del loto que hunde sus raíces en mi corazón. Soy neófito devoto del amor, escudero de caricias de mi maestro. Rindo mi talante de guerrero para ser solo naviero, constructor de barcos de vela, que el viento de mi Dharma empuja hacia seguros puertos; siguiendo la brújula, mi Dios, cuya aguja marca el norte magnetizado de Tus afectos. Allí alborea la dulzura en el cielo de esa tierra. Todo es dulce, la brisa es dulce, el agua dulce y los árboles que riega, todo lo que encuentro es dulce, dulce, dulce.

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