Pronto pasará la noche con su derroche de luminarias, una por cada día que te llevo buscando en esta existencia ordinaria. No importa si brilla o no la luna, la suma de esta existencia siempre me resultó oscura. El absurdo de la lucha contra las sombras se termina con el alba que se anuncia. Venceré por última vez y partiré si tu me dejas, si no hay nueva orden, de este desorden de mundo irreparable, donde no hay compás que mida nada por cambiante, ni escuadra que aplome al hombre en su desplome de arrogancia. Al alba venceré con mi último aliento, no importa si gritan que fui muerto, si siempre viví en el desierto de tu ausencia desterrado. Cruzando al otro lado dejaré por fin mi espada rota entre las rocas del pasado. Cansado en su mirada de camino, el equino clandestino, en el que cabalga mi alma, dejará de latir alocado corriendo, del uno al otro lado, por los senderos de la nada. Veré, entonces, el nuevo amanecer de una eterna mañana. Al alba venceré y sobre la acacia que ya acaricia mi tumba en su semilla, crecerán nuevas flores preñadas de aroma de esperanza, para que al olerlas otro hombre, sin miedo a sus espinas, alcance a comprender el escondido secreto de la piedra que labra su propia inmortalidad.
Enviado desde mi smartphone BlackBerry 10.
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