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jueves, 4 de junio de 2015

Quijano... Quijote

Ya me cansé de ser Quijote, me dice el Quijano que me habita corazón adentro. Guardo silencio un rato y tomándole luego la mano le digo: Quijano, amigo mío, ya no seremos mendigos, ni yo por mis ideales, ni tú por tu anhelo de la tierra. Estando despierto yo, no hay sosiego que te ofrezca, y estándolo tú, no hay siesta en que no te aparezcas ni pesadilla en esta baldía tierra que de ambos se aparte. Yo también me cansé de este viaje a ninguna parte. Llegaremos a un acuerdo los dos, en este hombre que habitamos, yo no pondré más las manos en otro ideal peregrino y tú no te harás nunca vecino de la vulgaridad. Buscaremos la soledad de un mundo nuevo, donde el único juego posible sea, respirar sin el anhelo de más aire, como sino bastara el cielo. Ya no pisaremos suelos de hipócrita solemnidad, ni dejaremos que la falsa caridad de un vano intelecto nos muestre condescendencia, o lo que es peor, nos vuelvan a fingir afecto. No sé si se me acabó antes la paciencia que la edad. ¿Qué dices Quijano?, tienes razón, se nos acabaron las dos a un solo tiempo en esta soledad. Partamos de una vez entonces, el camino nos espera, pero no conocerá esta carretera, ni paso de rocín errante, ni burro que le acompañe. Saldremos a caminar la calle como un solo hombre, como un hombre solo que se para en los recodos del camino a beber agua de todas las fuentes, como si fueran afluentes de Dios mismo. El ayer es una sombra alargada del ocaso de los días, y mañana una quimera, una patraña, una sutil tela de araña tejida con fantasías. Durmamos pues Quijano, a la par los dos esta noche, donde no habrá ningún reproche si en vez de soñar, por una vez descansamos. Y cuando mañana alguien nos pregunte que cómo nos llamamos, no diremos que Quijote o Quijano, diremos simplemente Alonso, un hombre más.

Enviado desde mi smartphone BlackBerry 10.

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