He subido a una montaña, tratando de ver el mañana salir en el horizonte, sin lograrlo. Después quise descender veloz en busca del ayer, y no pude encontrarlo. Envuelto en esta perplejidad, quede sentado en soledad, sobre una roca. Entonces comprendí, que ayer o mañana no importan, que lo verdaderamente valioso es, tener una montaña a la que subir, viviendo en cada momento, lo que me susurra el viento sobre mi cara.
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