La vida no es tuya, es una intención escondida de Dios. Cuando te precipitas veloz tratando de prevenir heridas que el amor aún no te causó, creas cicatrices futuras en el cielo, las mismas que mañana se harán huellas en el suelo, y habrás de seguir. Deja de buscar culpas y convierte los latidos de tu corazón en disculpa cadente, donde el torrente de tu sangre diga en cada impulso, ahora lo siento, hora te amo. Interpretar con prisas el libro de la vida te obliga a cerrar con premura una página, sin darte cuenta que Dios en su literatura, dejó escrito al final del último párrafo, puntos suspensivos leer más. Porque no es el hombre sino el amor, el que dice la última palabra... Leer más.
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