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miércoles, 4 de enero de 2012

Pedir Perdón

Nunca pido perdón ni me avergüenzo por retirarme para no dar el siguiente golpe cuando me hieren. La razón nunca está del lado de quienes son incapaces de ver su verdadero carácter. Dice el cactus adorar la soledad para así justificar la ausencia de abrazos que sus espinas provocan. Aprendí que es mejor llorar en soledad arrancándote las espinas del pecho, porque cuando mires el techo insomne de tu alcoba, en el océano pupilar de tu mirada, el amor te recompensará por haber sido capaz de abrazar lo amado hasta que duela.

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