El amor es flexible y la lujuria voluble. El primero siempre oscila en la misericordia, la segunda adopta eternamente la forma que el egoísmo le propone. El primero se vive a tumba abierta, la segunda en sepulcro blanqueado. Así pues, mátame cuantas veces quieres, dice el enamorado, no importa porque siempre serás tú, la enterrada.
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