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martes, 14 de febrero de 2012

El pastor y la oveja

Un pastor tenía mil ovejas. Cada vez que lanzaba una piedra con la honda para guiar el rebaño, o daba un instrucción a su perro para protegerlas, una de ellas en su balido ciego decía: "lo hace sólo por mí". Tal es la condición de quienes piensan que su lana es la más valiosa, balan hasta que les esquilan. El pastor, en cambio, cultiva la paciencia necesaria para tratar de mantener a todas dentro de su rebaño, aún sin mérito ni razón. Sólo Él conoce la música que suena en su flauta, cuando pastorea en soledad. Moraleja: siendo oveja no des consejos al pastor.

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