Sólo hay una vida, que se enhebra, collar de estrellas, entre dos partes de un broche de oro y bronce, nacimiento y muerte. He vestido el tiempo con la prisa de mis días y desnudado en el silencio de mis noches. Si nací llorando me iré sin reproches. Soy melodía de vida, criatura partitura donde el director de mi alma escribió silencios en su pentagrama cósmico, mientras un loco desbocado de latidos fibrila sin sentido tratando de acompasarse con el amor. Miraré hacia otro lado, y quedando mudo el hado de mis encantos llegará el silencio, mi alma instrumento callará, hasta que una nueva nota de humanidad la despierte, y dirija febril su mente al director, para seguir interpretando, y con cada nuevo compás rogando porque llegue el anhelado día, donde dejaré de ser instrumento para ser eterna melodía de amor sin más silencios.
Enviado desde mi BlackBerry® de Fundación Dharma
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