Por fin habló aquél que tenéis delante de vosotros, y cayendo de mundos ignotos, vino a vivir el alboroto de los hombres. Tiene el pasado vivo aunque no puede vivir de el y presente siempre a la muerte aunque no puede morir de ella. Vino buscando las huellas que dejó su maestro, lo hizo siguiendo la estrella titilante de un amor que fue su norte. Dejó en el sur todos los reinos para gobernar sus emociones, buscó por los rincones del universo, entre el polvo de los cometas, aquellas frágiles siluetas que se recortaron en sus pupilas sobre un lejano horizonte de los días. Vino para saber del hombre en su fragilidad, para gobernar la debilidad que su forma encierra, para probar el nectar de amor inmortal que su corazón esconde. No hace falte que llames, él ya te responde, porque conoce las respuestas, solo quien carga a cuestas con una pena que no le corresponde, puede entender al hombre cuando se queja.
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