Sobre un papel en blanco escribí tu nombre, y el niño que vive en mi, hizo con él un barco que puso luego sobre la mar. El barco se hizo gaviota y tu nombre comenzó a volar lejos de mi hombre, camino a la eternidad. Quedó el niño llorando por su barco, y el hombre sobre la playa observa desde entonces las gaviotas, bandadas de barcos de papel de amor, que todas las almas de los poetas dejaron escondiendo tus miles de nombres sobre la mar.
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