Las palabras, como los dibujos de tiza de los artistas callejeros, son diluidas por la lluvia del tiempo. Quien hace de querer decir siempre la última palabra su obsesión, es el primero en perder la razón. Nunca juzgues el silencio de un guerrero porque ellos hablan con la espada y se les reconoce en sus obras. La lengua en su mal hábito en ocasiones es más rápida que la razón y te traiciona
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