El amor es un borracho que grita, "invito yo, pero pagas tú". El precio si lo aceptas es la entrega, y el servicio el recibo. Luego la muerte te invita al olvido y quienes no tienen recibos, no poseen con que pagar. Así son arrojados de nuevo a la vida, para pagar los platos rotos durante su festín egoísta
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