No vengas a molestarme mente, con tu pensamiento de avispa. No vuelvas vida para mostrarme otra vez nuevas heridas, las que me causaron antaño viejos aguijones de codicia. No importa si vienes disfrazada de buenas o malas noticias, no te compro, ya no te vendo, no me presto a tus encantos disfrazados de lamentos. Toma lo que quieras, ya lo dejé ir, trae tus anhelos los dejo entrar en silencio, y así sin arrepentimiento viviré por fin en paz. Las hojas de los arboles se agitan siempre con el viento para proclamar al fin la verdad, que perecerán de amarillo en la orfandad del otoño.
Enviado desde mi BlackBerry® de Fundación Dharma
No hay comentarios:
Publicar un comentario