Y sí, hoy fue un día desbocado de emociones, donde rompe el alma sus cadenas y por un momento vuela entre dos atmósferas, la una huele a tierra mojada, a Dios tras la lluvia, y es un evocador aleluya cuando grito libertad, la otra es la cotidiana soledad que me acompaña. Se filtra por las goteras que el tiempo le hizo a mi corazón y si alguien alguna vez os dice que no os amé, decidle que sí con premura, que siempre guardó toda ternura mi alma en los bolsillos escondidos detrás de la armadura, que cada abolladura que sufrió en la batalla era un grito que llevó tu nombre. Que sembré nuevo trigo entre los hombres regándolo con tu nombre. Que a nadie le asombre, pues muerto aquí de humanidad, respiro nueva libertad tras los ojos negros y profundos de universo, donde pupilares estrellas me hacen guiños de complicidad.
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