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viernes, 24 de junio de 2016

La Voz en la Taberna

Una lengua de tijera se cobraba lisonjera, en la frontera de los labios, todos los agravios del mundo cortando juramentos. Saber profundo de quien es fecundo en desengaños. Una voz quebrada de insomnio y años de aguardiente, un agujero entre los dientes, amarillenta chimenea por donde se le escapaba el humo de mil vidas, comprimidas en una sola, junto con el silbido de las eses y las zetas. Volutas disolutas en recuerdos llevan sutiles lamentos de lo que nunca fue. El acento andaluz y un tatuaje, con las letras desleidas, dan fe del coraje con el que un joven legionario, alguna vez, enfrentó la muerte, marcando una página vainilla de su viejo calendario. Luego cambiaría su suerte, el amor se volvió ultraje y dejando el uniforme ya no vistió más traje que el de la borrachera, alternando sus dos colores. Ya no tuvo otra bandera que el rojo y gualda del vino. Él buscaba adormecido sobre una mesa un nuevo olvido, yo nuevo sentido a lo sentido, saber que en lo vivido hay tanto por aprender. Me vi perfumado por su ayer sin quererlo, por entrar resuelto en su húmeda umbría, huyendo de una tarde calurosa, de esas que te persiguen presurosas, por todos los rincones de la ciudad, con sus perros centígrados mordiéndote los pulmones. Taberna de rincones, perdida en callejones de algún barrio de Sevilla. Maravilla de colores y el canturreo acompasado con pequeños golpes sobre la mesa de madera vieja, de aquél hombre, me ofrecieron la fresca promesa del agua de un botijo, una jarra de cerveza y una historia cotidiana; con la que suelen hacer diana las emociones más profundas del hombre. Antes de la quinta aceituna me había cantado en susurro flamenco, una por una, todas sus penas de amores. Me miró con lágrimas contenidas, como la heridas escondidas en las cicatrices de su cuerpo viejo de guerrero. Y un aguacero desbordó por fin su canto.

"Escúchame muy bien muchacho, no te tomes tanto trabajo por comprender al amor, tan sólo vívelo mientras lo tengas. Luego nunca le saques cuentas de cuanto duró". Dio una calada larga al cigarrillo liado que quemaba ya sus nudillos, una fuente de humo se proyectó por el agujero de sus dientes; miró hacia otro lado, con los ojos perdidos y alzó su vaso brindando con los fantasmas de todos los borrachos de amor. Luego, por fin, quedó dormido sobre la mesa. A mi espalda siento repetirse el mismo sonido, los nudillos de otro hombre golpean en otra mesa su copla de amores.

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viernes, 17 de junio de 2016

Estoy Lejos

Estoy lejos y cerca, en la puerta entreabierta a las estrellas, al otro lado de un sueño, barriendo un suelo de nubes. Un paso por delante de ti y siempre detrás tuyo, soy el arrullo de la ramas de un álamo blanco meciendo sus hojas con el viento de la inmortalidad. Soy realidad e inventado, soy soldado enardecido por amor y poeta temerario. Soy, en definitiva, el alma que reside en un calendario. No hay cerca ni lejos, solo los reflejos del sol sobre la mar.

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El Otro Lado

Y seremos entonces como niños que ríen en los juegos tras el olvido de haber llorado, y cruzando al otro lado dejaremos atrás a todos los hombres que fuimos, siendo un solo ser. Ninguno de sus nombres cruzará y será tan sólo por amar, que alcanzaremos el umbral de la libertad, misterioso zaguán donde una puerta, entreabierta a las estrellas, nos muestra el camino que todos los miedos vividos nos hicieron olvidar. Todas las cosas bellas comenzaron como un sueño. Nunca te olvides que soñando el universo te acunó.

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viernes, 3 de junio de 2016

Sastre

¡Que me remienden el alma! He venido hasta ti, divino sastre, cruzando la distancia, para que tapes el desastre de girones del ayer. Vísteme de un nuevo traje tejido con el fino hilo de tu amor. El ultraje de la vida me desnuda, y queda mi alma muda, ataviada de cordura racional, para negarte. Y tú, seguirás jugando a matarme en la orilla de otra playa. No importa dónde vaya mi alma, en su viaje sobre la quilla de todos los tiempos del universo, cumpliré de nuevo mi palabra, y allí donde tú abras una puerta, quedaré yo de vigilante, viejo sastre de todos mis recuerdos, para que nadie la cierre hasta que la cruce el último de los hombres.

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El Anhelo Caido

Vivir sin sentido, perdido en el hilo infinito de la madeja del tiempo, a destiempo, como un viejo vapor de raíles oxidados en caminos de latidos de silbidos de silbato blanco, mezclado con el humo negro; como gritando a lo lejos... ¡Ya voy!, ¡Ya voy!. Estuve sentado en el desvencijado banco de mil estaciones rotas donde se alborota, suspendido por una ráfaga de viento, un viejo letrero de madera con el nombre del apeadero de tu recuerdo. Soy un anhelo caído de otro cielo para pisar un suelo extraño, patria irreductible de un hombre imposible, del amor fingido e impasible de una mujer, mientras un viejo huraño, con cicatrices de antaño, administra las migas de los días del poco tiempo que le queda. Volverá a sonar la moneda lanzada al aire, en el desaire de este remolino de olvido, cuando cayendo al suelo, cara o cruz, verá de nuevo la luz oscura de otro sueño inalcanzable.

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A Boca de Noche

A boca de noche cometí el derroche de pagar al barquero, con mi último aliento, dos monedas para que trajera vivo tu recuerdo muerto. La distancia se hizo hechizo de los días, perdiendo la esperanza de que alguna luna lejana, me trajera tus noticias. Y menguante nacarada, harto de no encontrar nada, a boca de noche y a boca jarro, rompí el tarro de mi cabeza, dejando correr la amarga cerveza de todos las lunas pérdidas sin ti.

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Cada Recodo

Y conozco cada llanura, cada recodo, que recorro codo a codo con tu alma, cuando duermes en la almohada de tus sueños junto a mi cuerpo. Y el derroche de estrellas que hace tu mirada, cuando mira de azul el paisaje de mis batallas, pérdidas en la noche, ganadas en otro día. En la sentencia de un amor inacabado, duerme en cualquier lado, vagabundo de su propio ser, mi corazón. Y si hubo razón alguna, para que siendo la una no durmieran dos sino tres, fue el sueño esquivo de una cuna, que mecía canción de luna, un rayo de blanca luz sobre aquel niño. Ya nunca volví a hablarte de cariño, porque el silencio se llenó de amor la última vez que te miré.

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Al Cuartel

Han sido acuertalados los poetas y los locos. Se cerraron todos los cerrojos, y poco a poco sucumbe el hombre a su costumbre cotidiana de desgana. Ya no habrá mañana porque un hoy, gris y mediocre, ya pinta de ocre sueños y cielos. Los dueños, amos de lo inmediato, tocaron arrebato contra el conocimiento, educando pelagatos en tristes colegios, donde mercenarios oscuros de la ignorancia, enseñan con arrogancia como olvidarlo todo. Mientras que un niño duerme sobre sus codos, cabeceando en sus anhelos. Han acuertelado otra vez a los locos. Dicen que frente a ellos somos hormigas, pero yo soy poeta, nido de mi propia fantasía, espiga nueva que brota, poco a poco, preñada de vida, semilla nueva para moler harina del pan eterno, que amasan con pasión, todos los locos de amor que viven en mí. En el horno de mi nostalgia se doran, para ser alimento del último te quiero, escondido tras la sombra de una quimera, tímida mentira, cuando digo que mi alma no te adora.

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