Y conozco cada llanura, cada recodo, que recorro codo a codo con tu alma, cuando duermes en la almohada de tus sueños junto a mi cuerpo. Y el derroche de estrellas que hace tu mirada, cuando mira de azul el paisaje de mis batallas, pérdidas en la noche, ganadas en otro día. En la sentencia de un amor inacabado, duerme en cualquier lado, vagabundo de su propio ser, mi corazón. Y si hubo razón alguna, para que siendo la una no durmieran dos sino tres, fue el sueño esquivo de una cuna, que mecía canción de luna, un rayo de blanca luz sobre aquel niño. Ya nunca volví a hablarte de cariño, porque el silencio se llenó de amor la última vez que te miré.
Enviado desde mi smartphone BlackBerry 10.
No hay comentarios:
Publicar un comentario