¡Que me remienden el alma! He venido hasta ti, divino sastre, cruzando la distancia, para que tapes el desastre de girones del ayer. Vísteme de un nuevo traje tejido con el fino hilo de tu amor. El ultraje de la vida me desnuda, y queda mi alma muda, ataviada de cordura racional, para negarte. Y tú, seguirás jugando a matarme en la orilla de otra playa. No importa dónde vaya mi alma, en su viaje sobre la quilla de todos los tiempos del universo, cumpliré de nuevo mi palabra, y allí donde tú abras una puerta, quedaré yo de vigilante, viejo sastre de todos mis recuerdos, para que nadie la cierre hasta que la cruce el último de los hombres.
Enviado desde mi smartphone BlackBerry 10.
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