Me he vuelto tabernero y sirvo en mi taberna de la magia, tragos largos y cortos de mil sueños destilados de esperanza. Borrachos desleidos por el paso de todos los tiempos del universo, vienen como clientes, afluentes del río de imposibles, quiméricos poetas de morfeo. Y yo les veo desde el escaparate, y asomarse luego con la vista perdida por el cuchillo de la puerta, que corta el frío de la calle, del eterno afuera. Sigue recto la acera ya que mi vieja taberna se ubica a pocos metros de cualquier parte al doblar justo la esquina, en avenida del corazón en su cruce con el alma. Es lugar para la calma porque los sueños se beben con sorbos lentos y cadentes. Aguardiente seco para soñadores presurosos, licor dulce para sueños de amantes, y un vino vinagre para torpes y arrogantes. Soy mesonero del cielo y en mi barra la cerveza la sirven dos angeles prelados de alados instrumentos, que retiran embriagados de emociones, por los rincones de mi local, a quienes perdieron la cabeza y hasta quien, como éste tabernero, el alma por amar.
Enviado desde mi BlackBerry UCAM
No hay comentarios:
Publicar un comentario