Me he dejado una vida, perdida entre las grietas de la tabla de un escenario. Asombrada de jirones en el telón de mis muertes. No me quejo si la suerte, mala o buena, en mi calendario cotidiano, fue la compañera de mis sueños. Ya no habrá más cerca ni lejos cuando siguiendo el consejo de mi corazón me quede a vivir en la emoción de un te quiero. Me dejé otra vida, perdida en las heridas de mil mundos, pero pronto el profundo cielo de tus ojos, será fecundo nido de estrellas y yo seré entonces la huella que vuelve a casa en el interior del camino divino de tu mirada de universo.
Enviado desde mi BlackBerry® de Fundación Dharma
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