Fue una larga noche, y la oscuridad hecha reproche me dijo: Déjalo ya. Siempre amanece de nuevo en el mar de los recuerdos del alma. Nada permanece en calma y de cuanto adquiere el hombre de madrugada, su sueño de almohada desvanece al pagar luego con creces en su moneda de ocaso al atardecer.
Luego dejé marchar mi vida con tu muerte, y si la suerte en su capricho preciso, en la forma del destino, me hizo su esclavo, alcancé luego mi libertad ahondando en la orfandad del hombre. Otrora con la muerte regresó hasta mi la vida, y hoy navegando en el mar de los recuerdos nuevamente, soy balandro que arrastra la corriente de emociones, hasta la playa donde tracé la raya de partida de todos mis afectos. El hoy siempre es perfecto y será por fin un largo y hermoso día...
Enviado desde mi BlackBerry® de Fundación Dharma
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