Dibujo sonrisas como un mimo, para tapar muecas de dolor, las que destiñó el olvido en mi destino. Este oficio de lavar carbón en la conciencia de los hombres me ha enseñado que no importa cuanto frote, siempre sale negro. Pero a veces un pequeño milagro se produce, el carbón se rompe y de su interior se manifiesta un diamante
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