El drama del así llamado religioso es que todas las veces que pidió a Dios algo, lo hizo para pedir algùn don para él mismo o para alguien de su familia o amigos. Que afortunados aquellos que nunca piden para si sino para toda criatura que palpita con la vida en el universo. Ellos se encuentran llamando a las puertas del verdadero amor
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