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viernes, 3 de junio de 2011

La costumbre

Me habitué a vivir en esta extraña suerte de tranquila infelicidad y ser y existir sin sentir la emoción plena que mi alma anhela. Pero es que su sueño no deja de ser una quimera, una ilusión, una lenta sucesión de días que proyecta vertiginosamente el ocaso de mi vida en el blanco de mis sienes. Todo fue tan rápido, todo pasó tan lento, y aunque no me arrepiento de la vida que dupliqué en mi descendencia, ni en la sosegada cadencia de ternura que raramente recibí en alguna caricia, ello ya no me basta. 
Se que sacrifiqué todo por un sueño de amor ajeno, por no dejar sobre el terreno una ilusión; fui capaz de dar lo mejor de mi para que otro tuviera lo mejor de su sueño. Esa fue la forma de amor que me ofreció la vida y en la que yo ofrendé mi ser al Ser de Amor Supremo en Su palabra. Pero tener un amor mas seguro y con menos poesía, no bastaba, porque nunca vi feliz la mirada aquella, que en este amor costumbre se consumía en la lumbre del fuego del hogar. Y su permanente querella en las pupilas y la lágrima y la queja de que aquello no era suficiente, terminó por acrecentar la brecha, y dejé de nadar contracorriente para dejarme arrastrar por ella en las arrugas de mi frente.
Necesito al fin la soledad, sí, la soledad placentera, para buscar entre las cenizas de mi vida un ascua prendida que me vuelva a mostrar la frontera, enamorar de mis anhelos, aquellos que dejé tirados por los suelos del palacio de mi cuerpo, cuando me puse a caminar despacio. No necesito a nadie, me necesito a mi para encontrarme, para abrazarme y reconocerme, para sentir que aun quedan restos de vida que palpita en el humor de mis venas, rompiendo cadenas en mi alma.  
Para encarar la muerte que me dará la vida, cuando en mi última partida, caiga mi rey blanco frente a la dama negra, del tiempo, mi adversario. Cuando quede vacío el escenario, y se apaguen los luceros locos de mi cielo, quiero tener el consuelo de morir como poeta, empuñando la espada del guerrero, y el báculo del maestro.
Krishnadas Acarya

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