Vivimos arracimados en una esfera azul, que desespera de soledad en mitad de las estrellas. Nada parece sostenernos y nuestra vida, ingrávida como el planeta, pasa ante nuestros ojos mostrándonos la ferocidad del tiempo en sus despojos de historia. Lo único verdaderamente contemporáneo que existe es la muerte que se hace presente en cada instante. Un miedo colectivo se hizo hueco furtivo en la mente del hombre. Despedimos, desde el albor de los tiempos, con fúnebres ceremonias a los muertos y tapamos el espejo de los días para que la muerte no nos deje su tarjeta de visita en forma de arrugas. Y el miedo siempre presente, asustado en el pasado y temeroso del futuro hace que el hoy se muestre inseguro. Religiones colectivas para grandes mayorías, cultos secretos y ocultismo, sectarismo fanático que busca en la exacerbación de la fe, un camino rápido para huir del miedo a la brevedad de la vida, haciendo de una muerte breve y suicida, la medicina implacable para huir de la agonía de mi mismo, promesa inalcanzable de otros días interminables. Todos buscan un remedio casero, perdidos como están, en mitad del universo para sus males.
No hay nada que temer, todo se va a desvanecer ante ti cuando comprendas, que eres un sueño de eternidad cubierto por la pesadilla del tic tac, verdadero "Big Ban" que cubrió tu consciencia en otro tiempo. Toma asiento en tu alma suprema , déjate mecer por las olas de los eones del firmamento.
Siendo humano como tú, he vivido y muerto en mi desconcierto de encarnaciones, buscando cumplir las estaciones del alma. Ahora por fin, reconocido en mis recuerdos, se lo que soy, lo que quiero. Soy el silencio que queda después de decir te quiero, la mirada en tus ojos vestidos de estrellas, el puro y solo sentimiento, el anhelo. Mi álbum se cierra al fin, terminó mi destierro.
Krishnadas Acarya
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