Mi ciudad es librería y entre apretadas calles estantería, libros personaje la transitan. Historias de amor con prólogo de dolor y final abierto. Incierto desierto de páginas en blanco, dormido de vino en cualquier banco, otro libro se deshoja. Desdibuja en amarillo, aventuras del bolsillo, miles de tomos de burócratas. Un libro melodía de instrumentos en una esquina del estante, hace que te pares un instante a leer su lomo, mientras calculas con aplomo que tú, no tienes tiempo para leerlo, porque te crees el anexo de una enciclopedia importante. Anuarios llenos de anécdotas donde los libros viejos cubiertos por el polvo del abandono, tienen tanto que contarte. Y yo me asomo a cada instante con mi corazón de librero, y he visitado el mundo entero, leyendo en personajes, disfraces de apariencias, novelas del corazón y odio. Hoy me subo al podio de los premios literarios para escribir este pasaje, que ya pagué mi peaje de escritor, y encontrando por fin al autor, le he pedido como favor que me permita trabajar en su imprenta.
Enviado desde mi BlackBerry® de Fundación Dharma
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