Mi corazón es un viejo piano hecho con madera de anhelos del alma. Teclas blancas de esperanza, teclas negras de desconsuelo. Fuiste nube reflejada en mi laguna mientras la movía el viento, y yo jugaba a ser tu dueño. Siempre tan cerca y a la vez tan lejos. Eres oceánica luna que se esconde en el mar de mi desierto. Permanecer despierto es mi tortura y dormir es desconcierto buscándote en mis sueños. El piano sigue sonando, mientras notas, que son gotas de universo, salpican el papel pautado de mis sueños. Esta playa se me antoja, siendo hombre en su derrota de los días, imposible rebeldía para defender, es demasiado grande, como la orilla de mi ayer, y yo tan sólo soy en el hoy, un alma pequeña y vieja. El diapasón que duerme acunado en su tic tac, me dice que la soledad es efímera como las mareas, que la reja del tiempo tiene barrotes blandos, que llegué andando descalzo y por el mismo atajo de la muerte partiré. Tengo un corazón de cola, donde noventa teclas de emociones me desbordan y compongo melodías con silencios de los días en clave de asombro, mientras cargo sobre mis hombros tu impronunciable nombre.
Enviado desde mi smartphone BlackBerry 10.
No hay comentarios:
Publicar un comentario