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sábado, 31 de marzo de 2012

Dulce Indiferencia

Que dulce resulta esta feliz indiferencia en donde mi alma habita. Mi corazón ya no se agita cuando le insulta la razón del ego prisionera de sus miedos. Dejé de ser huella para ser sendero, y es este mi anhelo tan grande que cabe en él, el universo, pues no es este último sino sendero a su vez. Ya no hay doblez en mi persona y quien a esta dulce indiferencia se asoma, perdona cualquier ofensa, porque pronto quedan como lejanas huellas en el sendero infinito de mi alma. ¡Que extraña dulzura la de esta indiferencia que me calma! cuando descubro que el mañana es una gran senda llena de esperanzas.

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