Te amo en el espejo donde cada caricia tuya fue tan sólo un reflejo. Te grito al otro lado del escaparate de mis sueños mirando hacia el interior de tu tienda de recuerdos. Los sentidos golpean el cristal y como dos prisioneros ponemos nuestras manos en el, tu desde la perplejidad de tu mundo y yo desde la cárcel de mi tiempo. Entre susurros del pasado, dibujo usando el aliento del tiempo sobre el cristal, tu nombre. Y mis labios dicen te quiero muy despacio, para que atravesando el espacio, al otro lado del cosmos del espejo, puedas leerlos.
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