No se concibió el cielo para que lo pudieran volar, libélulas con alas de plomo. Ocupadas en el propio decoro de su forma única. Tan celosas de su propia intimidad, para así poder ocultar su egoísmo. Nunca ganaron batallas soldados fundidos con ese metal, por mucho que les pinten uniformes coloridos y estandartes. Cuando suena la corneta tocando avanzar, sólo los héroes verdaderos se mueven, los otros quedan atrás perdidos en sus pinceles. El plomo será fundido y usado como balas para los valientes. El guerrero caerá en la pelea, pero obtendrá un corazón adolescente de libélula con alas pigmentadas de amor y verdad que le dejaran volar, al fin, un cielo verdadero, en la nueva primavera de los tiempos que está por llegar.
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