Quedé entonces dormido, herido de recuerdos ardía en la hoguera de los sueños. La noche era fría, siempre lo fueron contigo, fría como los latidos del corazón de la estatua de una diosa. ¿Cómo pude entonces quererte? Me sigo preguntando al alba de mis pupilas. Si pude sin mirarte verte, corriendo veloz para perderte. Nunca me lamento de mi suerte, pues si para alcanzar el cielo quedé prisionero de tu infierno, no puede haber arrepentimiento, ya que saliendo de él entonces, me situé un paso más cerca del firmamento.
Enviado desde mi smartphone BlackBerry 10.
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