El adiós es una ala de paloma, que revolotea en un pañuelo blanco, transformado en tiempo pasado todo momento presente. Se hará entonces ausente la mirada y la felicidad tras sus pupilas, pero quedará la memoria como testigo, y viejas heridas de amor darán gloria a tu alma, cicatrices divinas, por donde el tiempo y el espacio sangraron en suspiros.
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